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    A Broad-Coverage Challenge Corpus for Sentence Understanding through Inference

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    This paper introduces the Multi-Genre Natural Language Inference (MultiNLI) corpus, a dataset designed for use in the development and evaluation of machine learning models for sentence understanding. In addition to being one of the largest corpora available for the task of NLI, at 433k examples, this corpus improves upon available resources in its coverage: it offers data from ten distinct genres of written and spoken English--making it possible to evaluate systems on nearly the full complexity of the language--and it offers an explicit setting for the evaluation of cross-genre domain adaptation.Comment: 10 pages, 1 figures, 5 tables. v2 corrects a misreported accuracy number for the CBOW model in the 'matched' setting. v3 adds a discussion of the difficulty of the corpus to the analysis section. v4 is the version that was accepted to NAACL201

    Formar Docentes para un Mundo Mejor: un estudio comparado de seis programas de formación docente para educar para el siglo XXI

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    Realizado durante los años 2018-2019, este libro presenta los resultados de un estudio de programas de desarrollo profesional para maestros a gran escala en seis países. En los estudios que se presentan en los siguientes capítulos examinamos reformas de cierta escala (tres de escala nacional y tres reformas en redes escolares) que explícitamente intentaban desarrollar las competencias de los maestros para apoyar a sus alumnos a adquirir un conjunto amplio de capacidades cognitivas y socioemocionales. Los capítulos se basan en el análisis de la mejor evidencia disponible en documentos sobre estos programas y en evaluaciones (cuando estas existen), así como en entrevistas con líderes y participantes en los programas estudiados. El objetivo de nuestros estudios fue documentar cuidadosamente cómo se habían diseñado estos esfuerzos a gran escala para la formación de maestros, cómo se habían llevado a cabo y, cuando se disponía de la información necesaria, con qué resultados. El libro es un estudio comparativo de cómo se diseñan e implementan los programas a gran escala de desarrollo profesional de maestros. Este libro no pretende establecer cuál de estos programas es más efectivo que otros, ni tampoco evaluar si estos programas logran sus objetivos, sino más bien esclarecer cómo se diseñaron estos esfuerzos a gran escala, cómo fueron llevados a la práctica (como se implementaron) y con qué resultados hasta la fecha. También examinamos si estos estudios de casos confirman o no las conclusiones alcanzadas en nuestro estudio anterior de programas de desarrollo profesional de maestros a gran escala, y las conclusiones de otros estudios de desarrollo profesional que discuto en este capítulo introductorio. Esperamos que este libro sea de utilidad para los líderes educativos interesados en diseñar y llevar a cabo programas de desarrollo profesional de maestros que permitan alcanzar ambiciosos objetivos de una enseñanza relevante a las necesidades del siglo veintiuno. En mi experiencia asesorando a ministros de educación y otros líderes educativos, he encontrado que a menudo les resulta valioso saber cómo otros han abordado desafíos similares a los que ellos confrontan. Esto es especialmente crucial en el caso de las políticas de desarrollo profesional de los docentes porque, si bien cada vez hay más evidencias que demuestran la importancia de contar con maestros capacitados, son más escasas las evidencias sobre cómo aumentar sus aptitudes, en particular en programas a gran escala. Esto coloca a muchos formuladores de políticas en la difícil situación de saber que deben aumentar las competencias de los maestros, pero sin saber cómo lograrlo. Las consecuencias de tener que diseñar estrategias de formación docente en ausencia de conocimientos sobre cómo hacerlo pueden ser desastrosas, como se verá más adelante. Los siguientes ejemplos ilustran algunas de las limitaciones del conocimiento del que disponemos sobre como implementar cambios en programas nacionales de formación docente. Por ejemplo, en 2011 el Instituto Grattan, un centro de investigación de políticas públicas en Australia realizó un estudio sobre los factores que contribuían al rendimiento educativo de los países de Asia oriental, en los que los estudiantes alcanzaban altos niveles en los estudios internacionales comparados y en los que el rendimiento de los estudiantes de diferentes orígenes sociales en esas pruebas era semejantemente alto. El estudio determinó que un factor clave para explicar los altos niveles de rendimiento de esos estudiantes era la alta calidad de la preparación de los maestros y el apoyo profesional que recibían: tutorías, oportunidades para que los maestros hicieran investigaciones, observaciones en el aula, retroinformación de los pares y acceso a docentes altamente calificados (Jensen et al 2012, 13). Si bien en el informe se describe lo que hacen esos sistemas de alto rendimiento, no se explica cómo llegaron a hacerlo, cómo se desarrolló el proceso de poner en marcha los mecanismos y soportes para realizar esas prácticas. La misma limitación en la comprensión del proceso de cambio es evidente en otros estudios internacionales que identifican el desarrollo profesional de alta calidad de los maestros como un correlato de los altos niveles de aprendizaje de los estudiantes (Schleicher, 2018) o en la síntesis de estudios que identifican los factores que contribuyen a los altos niveles de aprendizaje de los estudiantes (Banco Mundial, 2018). El hecho de saber que países como Singapur o ciudades como Shanghái proporcionan a los maestros una preparación profesional inicial y continua de alta calidad no explica cómo desarrollaron la capacidad para hacerlo, ni qué procesos siguieron para llegar al punto en que se encuentran actualmente. Pero es precisamente el desarrollo de esa capacidad, a través de políticas y programas, y especialmente a través del diseño de estrategias de aplicación eficaces, lo que más interesa a los reformadores de la educación, que están tratando de mejorar un sistema en el que todavía no se dispone de esos apoyos para los maestros. Un líder educativo en un país que aspira a ofrecer un desarrollo profesional de alta calidad a los maestros no puede limitarse a querer ser como Singapur o Shanghái, sino que debe elaborar un plan detallado para impulsar actividades que puedan llevar a ese desarrollo y que sea preciso en relación a cómo lograrlo: si se va a realizar una capacitación, en que va a consistir la misma, quién la va a proporcionar, si se van a establecer comunidades y redes profesionales, cómo, con qué apoyo. La claridad sobre esos detalles es fundamental. Esperamos que el análisis del proceso seguido por seis países en el desarrollo de esa capacidad, que presentamos en este libro, contribuya a llenar esa brecha crucial de conocimientos en relación con el proceso de apoyo al desarrollo de las competencias de los maestros y en particular sobre los detalles de cómo llevar a cabo estos programas a gran escala. Las metas educativas que guían los seis programas incluidos en este libro son semejantes en el sentido de que todos ellos representan esfuerzos para ampliar y profundizar las aspiraciones del currículo nacional o de la red escolar, pero difieren en que en cada programa esta expansión de los objetivos curriculares comprende diversas competencias y habilidades. En los estudios de la Iniciativa Global de innovación en educación hemos encontrado que diversos grupos utilizan diferentes terminologías y distintos significados para reflejar esos objetivos educativos más amplios. En verdad, la idea de que la educación debe estar guiada por metas ambiciosas no es nueva. Al abogar por el cultivo de la autonomía y la capacidad de pensamiento independiente, Jean Jacques Rousseau proponía objetivos de educación tan ambiciosos como la idea de que la gente común pudiera gobernarse a sí misma que él y otros filósofos de la Ilustración propusieron en el siglo XVIII, a la cual se esperaba que dicha autonomía y pensamiento independiente contribuyesen (Soëtard, 1994b). Inspirado por Rousseau, Johann Heinrich Pestalozzi, también propuso que el objetivo de la educación era desarrollar toda la gama de capacidades humanas (Soëtard, 1994a). Ambiciones similares fueron promovidas por educadores como John Dewey o María Montessori a principios del siglo XX (Röhrs, 1994, Westbrook, 1993). Cuando en 1947 se incluyó en la Declaración Universal de Derechos Humanos el objetivo de educar a todos los niños, la razón implícita era que la educación ayudaría a desarrollar una amplia gama de competencias, además de ayudar a promover todos los demás derechos humanos, una tarea ardua que, de hecho, implicaba una amplia gama de conocimientos, aptitudes y voluntades. La UNESCO, la organización establecida para ayudar a alcanzar la educación universal, ha establecido tres veces en su historia comisiones de alto nivel con el mandato de ayudar a informar las conversaciones mundiales sobre la manera de alinear la educación a la creciente demanda de aptitudes en un mundo en rápida evolución. La primera de esas comisiones elaboró el informe “Aprender a ser”, en el que se destacaba la importancia de cultivar no sólo los conocimientos básicos, sino también la capacidad de aprendizaje permanente (Faure et al, 1972). La segunda de esas comisiones elaboró el informe “La educación encierra un tesoro”, en el que se destacaba que, para preparar a las personas para enfrentar los desafíos del presente, había que desarrollar una amplia gama de competencias: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos (Delors et al, 1996). La tercera de esas comisiones sobre el futuro de la educación se estableció en septiembre de 2019 y se espera que produzca un informe para 2021. Casi al mismo tiempo que se preparaba el Informe Delors, posiblemente motivados por los mismos avances tecnológicos y la globalización, otras organizaciones internacionales y otros gobiernos se comprometieron a repensar qué conocimientos y competencias serían necesarios para participar activamente en la vida del siglo XXI, incluido el Proyecto de Definición y Selección de Competencias Clave de la OCDE. Esos esfuerzos dieron lugar a cambios en los currículos de muchos países, ampliando sus objetivos. Una conclusión de nuestro estudio sobre tales esfuerzos de revisión curricular en seis países fue que colocó el tema del desarrollo profesional de los maestros directamente en el centro de los esfuerzos de reforma (Reimers y Chung, 2016). Cuando comenzamos a trabajar en Harvard en la Iniciativa Mundial de innovación Educativa (Global Education Innovation Initiative), hace seis años, adoptamos el término “Competencias del siglo XXI” para describir la amplia gama de competencias necesarias para participar en este siglo. Nuestro primer estudio sobre los objetivos del currículo se basó en un informe del Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos que sintetizaba las aptitudes para la vida y el trabajo en el siglo XXI como: aptitudes cognitivas, interpersonales e intrapersonales (Pellegrino y Hilton, 2012). Porque nos dimos cuenta de que no todas las naciones usaban el término “habilidades del siglo XXI” para describir sus esfuerzos por ampliar el currículo, en nuestro primer estudio sobre los programas de preparación de maestros usamos el término “educar integralmente a los niños”. Otros autores utilizan el término “aprendizaje profundo”, o desarrollo cognitivo y socioemocional; otros utilizan ampliación de las habilidades (Jones y Doolittle 2017, Mehta y Fine 2019). Una de las preguntas a las que responden los estudios presentados en los capítulos de este libro es cómo cada uno de los programas estudiados define estos objetivos más amplios. Específicamente, examinamos los objetivos de estos programas en relación con el marco desarrollado por Pellegrino y Hilton para resumir las habilidades del siglo XXI, que se resumen a continuación

    Mapping development and health effects of cooking with solid fuels in low-income and middle-income countries, 2000-18 : a geospatial modelling study

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    Background More than 3 billion people do not have access to clean energy and primarily use solid fuels to cook. Use of solid fuels generates household air pollution, which was associated with more than 2 million deaths in 2019. Although local patterns in cooking vary systematically, subnational trends in use of solid fuels have yet to be comprehensively analysed. We estimated the prevalence of solid-fuel use with high spatial resolution to explore subnational inequalities, assess local progress, and assess the effects on health in low-income and middle-income countries (LMICs) without universal access to clean fuels.Methods We did a geospatial modelling study to map the prevalence of solid-fuel use for cooking at a 5 km x 5 km resolution in 98 LMICs based on 2.1 million household observations of the primary cooking fuel used from 663 population-based household surveys over the years 2000 to 2018. We use observed temporal patterns to forecast household air pollution in 2030 and to assess the probability of attaining the Sustainable Development Goal (SDG) target indicator for clean cooking. We aligned our estimates of household air pollution to geospatial estimates of ambient air pollution to establish the risk transition occurring in LMICs. Finally, we quantified the effect of residual primary solid-fuel use for cooking on child health by doing a counterfactual risk assessment to estimate the proportion of deaths from lower respiratory tract infections in children younger than 5 years that could be associated with household air pollution.Findings Although primary reliance on solid-fuel use for cooking has declined globally, it remains widespread. 593 million people live in districts where the prevalence of solid-fuel use for cooking exceeds 95%. 66% of people in LMICs live in districts that are not on track to meet the SDG target for universal access to clean energy by 2030. Household air pollution continues to be a major contributor to particulate exposure in LMICs, and rising ambient air pollution is undermining potential gains from reductions in the prevalence of solid-fuel use for cooking in many countries. We estimated that, in 2018, 205000 (95% uncertainty interval 147000-257000) children younger than 5 years died from lower respiratory tract infections that could be attributed to household air pollution.Interpretation Efforts to accelerate the adoption of clean cooking fuels need to be substantially increased and recalibrated to account for subnational inequalities, because there are substantial opportunities to improve air quality and avert child mortality associated with household air pollution. Copyright (C) 2022 The Author(s). Published by Elsevier Ltd.Peer reviewe

    Spatial, temporal, and demographic patterns in prevalence of smoking tobacco use and attributable disease burden in 204 countries and territories, 1990-2019 : a systematic analysis from the Global Burden of Disease Study 2019

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    Background Ending the global tobacco epidemic is a defining challenge in global health. Timely and comprehensive estimates of the prevalence of smoking tobacco use and attributable disease burden are needed to guide tobacco control efforts nationally and globally. Methods We estimated the prevalence of smoking tobacco use and attributable disease burden for 204 countries and territories, by age and sex, from 1990 to 2019 as part of the Global Burden of Diseases, Injuries, and Risk Factors Study. We modelled multiple smoking-related indicators from 3625 nationally representative surveys. We completed systematic reviews and did Bayesian meta-regressions for 36 causally linked health outcomes to estimate non-linear dose-response risk curves for current and former smokers. We used a direct estimation approach to estimate attributable burden, providing more comprehensive estimates of the health effects of smoking than previously available. Findings Globally in 2019, 1.14 billion (95% uncertainty interval 1.13-1.16) individuals were current smokers, who consumed 7.41 trillion (7.11-7.74) cigarette-equivalents of tobacco in 2019. Although prevalence of smoking had decreased significantly since 1990 among both males (27.5% [26. 5-28.5] reduction) and females (37.7% [35.4-39.9] reduction) aged 15 years and older, population growth has led to a significant increase in the total number of smokers from 0.99 billion (0.98-1.00) in 1990. Globally in 2019, smoking tobacco use accounted for 7.69 million (7.16-8.20) deaths and 200 million (185-214) disability-adjusted life-years, and was the leading risk factor for death among males (20.2% [19.3-21.1] of male deaths). 6.68 million [86.9%] of 7.69 million deaths attributable to smoking tobacco use were among current smokers. Interpretation In the absence of intervention, the annual toll of 7.69 million deaths and 200 million disability-adjusted life-years attributable to smoking will increase over the coming decades. Substantial progress in reducing the prevalence of smoking tobacco use has been observed in countries from all regions and at all stages of development, but a large implementation gap remains for tobacco control. Countries have a dear and urgent opportunity to pass strong, evidence-based policies to accelerate reductions in the prevalence of smoking and reap massive health benefits for their citizens. Copyright (C) 2021 The Author(s). Published by Elsevier Ltd.Peer reviewe
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